viernes, 4 de diciembre de 2020

 

¿DÓNDE VAMOS DESPUÉS DE MORIR?

Aunque parece una pregunta un poco dura e incómoda; últimamente ha aparecido en mi mente la siguiente pregunta: ¿Dónde vamos después de la muerte?; y después de haber leído a diversos autores y los textos de los evangelios, desde mi punto de vista, parecen lógicas las siguientes respuestas, dado que como somos seres hechos a imagen y semejanza de Dios, con cuerpo, mente y espíritu, debemos llegar a la perfección, pasando por el purgatorio:

1.- El Cuerpo.- El cuerpo, después de morir, va a una sepultura o a un crematorio, es decir: Polvo somos y en polvo nos convertimos, (nuestro cuerpo al ser materia, después de la muerte, se convierte en materia), que puede ser puesta en cualquier sitio, (normalmente en una sepultura), para ser recordados por los seres queridos.

2.- La Mente.- La mente, después de morirnos, como el cerebro es lo que utiliza la mente, y también muere, cuando fallecemos, la mente deja de trabajar, (no funciona y desaparece, o se une al alma).

3.- El espíritu.- El espíritu o alma, parte trascendente del ser humano, después de la muerte sigue viviendo, y según las creencias cristianas: Irá a la vida eterna, siendo plenamente felices, si hemos sido buenos; o la averno eterno, a sufrir el castigo que nos hemos ganado, si hemos sido malos; luego como todos somos pecadores, todas nuestras almas debería ir al averno; pero como Dios es misericordioso y es él quien nos ha creado, y sabe como somos; personalmente creo que al estar hechos a su imagen y semejanza, nuestras almas, después de la muerte,  irán al Reino de Dios, pasando por el Purgatorio para perfeccionarnos. Aunque me surge una segunda alternativa, como consecuencia de la siguiente pregunta: ¿Nuestra alma después de morirnos, se aposenta en un nuevo cuerpo, de las personas que nacen?; Pues según los budistas, como estamos hechos para llegar a la santidad, de acuerdo a nuestro comportamiento, después de la muerte: Podemos pasar a ser seres más santos y más desarrollados, si hemos sido buenos; o a seres menos santos y menos desarrollados, (incluso animales), si hemos sido malos.   

Si creemos que tenemos espíritu

¿En cual de las DOS alternativas creemos?

 

Julio de la Cruz Blázquez

 Logroño a 23 de noviembre de 2020

jcblázquez@coiae.com

 

 

EL BIEN Y EL MAL

DESDE LA CREACIÓN DEL MUNDO.- En el Génesis, (4,1), libro que relata los orígenes del mundo y de la humanidad, ya se habla del bien y del mal, cuando Caín primer hijo de Adán y Eva, mató a su hermano Abel, como consecuencia de la envidia que sintió Caín, dado que según él Yahveh, (su Dios), vio con más complacencia la oblación que Abel había hecho con los primogénitos de su rebaño, (al ser ganadero), que la que él le había hecho con los frutos del campo, (al ser agricultor); luego todos los seres humanos somos descendientes del primer criminal de la historia, luego aunque estemos hechos a imagen y semejanza de Dios y tengamos la tendencia innata de ser buenos; también tenemos la tentación de hacer el mal, luego siempre tendremos que decidir, a la hora de actuar, si hacemos el bien o hacemos el mal.

NUESTRA REALIDAD.- Teniendo presente que el mundo que nos rodea nos condiciona, principalmente para hacer el mal, dado que los políticos y una gran mayoría de personas actúan en función de su ambición de poder, su ambición de conseguir cuantos más recursos mejor, y su ambición de conocimientos; aunque deseemos, desde nuestro interior ser santos, que es para lo que estamos en este mundo, (ser sabios y santos), no es fácil superar los condicionantes del entorno que nos rodea, y nuestras propias ambiciones; de ahí la necesidad de que cada generación tiene que ser formada teniendo en cuenta: Los Valores que nos dignifican, (Libertad, Justicia, Igualdad, Paz, Democracia, Honestidad, Solidaridad, Coherencia, Ejemplaridad, Racionalidad, Esfuerzo y Perseverancia), para alcanzar el mayor nivel de realización personal; La Verdad Suprema, (conjunto de los Valores anteriores y ser coherentes con ellos); Nuestra capacidad creativa, (potenciándola); Las enseñanzas de los hombres sabios y santos, como Confucio y Jesucristo, que nos han precedido.

CONCLUSIÓN.- Para alcanzar nuestros objetivos de ser sabios, santos y luchar por el Bien Común, (compartir todo, con todos, en todo momento y circunstancias):

TENEMOS QUE ENFRENTARNOS Y SUPERAR NUESTRAS AMBICIONES Y LOS CONDICIONANTES DEL MUNDO EN QUE VIVVIMOS, LO QUE NO ES NADA FÁCIL

 

Logroño a 4 de diciembre de 2020

Julio de la Cruz Blázquez

jcblazquez@coiae.com