martes, 19 de mayo de 2020


PODER DE LA PALABRA
La palabra provoca pensamientos y estos creencias, aunque también hay pensamientos propios y todos ellos y ellas se convierten en imágenes, en nuestro consciente, y/o en nuestro subconsciente, (El Ego), y/o en  nuestro espíritu, (El Yo), e incluso en nuestras células y nuestro genes, lo que nos ocurre desde que nacemos hasta que morimos, como se puede observar en la evolución natural de cualquier ser humano; pues incluso antes de nacer, el ser humano se va desarrollando de acuerdo a un plan preestablecido por el genoma, (sistema de información y energía innato, formado por las experiencias de vida de nuestros antecesores y una ley primogenia del Principio Creativo), producto de la inteligencia cósmica orientada hacia la supervivencia, que es la fuente de la energía vital que nos mantiene vivos, y cuyo motor es nuestro Espíritu, (El Yo), nexo de unión con los estados de consciencia interna, (nivel mental alfa), superior al estado de consciencia externa, (nivel mental beta); pues el recién nacido va siendo entrenado, poco a poco, por el espíritu que vive en nuestro interior y por su entorno, (comportamiento de los padres y las percepciones que se captan con los sentidos), información que se va grabando en el consciente y es transmitida por el cerebro a todo el Ser, (cuerpo, mente y espíritu), incluso a las células.  
Este proceso es continuo, a lo largo de la vida, a la vez que vamos moviendo dichas grabaciones, a través de los sentimientos, la racionalidad, las percepciones, las palabras y los actos, lo que va conformando nuestra personalidad física, mental y espiritual, (interacción entre los tres componentes, cuerpo, mente y espíritu),  lo que determina nuestros niveles de salud corporal, psíquica, mental y espiritual.    
Resumiendo, nuestra mente es como un capitán que da las órdenes al ejercito de células, en función de la calidad de la energía y la información de nuestro sentir, percibir, pensar, hablar, y actuar, que puede dar resultados negativos, (envidia, celos, reproches, venganza, odio, desamor, mentira, etc.), del Ego; o positivos, (amor, respeto, perdón, solidaridad, paz, gratitud, entusiasmo, etc.) del Espíritu; que son a los que, con nuestro albedrío, (libertad), hacemos caso. Por lo que si seguimos las órdenes del Ego, vendrá el desorden y la enfermedad; pero si seguimos las órdenes del Espíritu, que está en conexión con el Principio Creativo y el amor Universal, vendrá la salud y la felicidad.
NOTA.- Este trabajo es un resumen y recopilación de las ideas de diversos autores que he complementado con mis propias experiencias, de las que tengo una carpeta de más de 60 escritos, que denomino: "Acontecimientos insólitos".    

Logroño a 23 de enero de 2019
Julio de la Cruz Blázquez

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