DEL
CAMPO A LA CIUDAD-R
Julio,
el protagonista principal de este relato, vivió sus primeros años en un pequeño
pueblo, en el que creció, se formó y conoció la dura realidad, en un lugar en
el que se vivía como en la Edad Media, pero fue algo positivo para él, porque pudo
conocer de cerca: La naturaleza,
(Montañas, ríos, valles, árboles, rocas, lluvia, rocío, escarcha, hielo, etc.);
A los animales, con los que
convivía, de forma continua, y otros más exóticos como las golondrinas,
lechuzas, hurracas, vencejos, tórtolas, erizos, culebras, lagartos, etc.); La tierra, (Metiendo las manos dentro
de la arena, para sentirla de cerca); El
agua, (Pisando charcos y haciendo pequeños pantanos para ver como se rompía
el muro y corría el torrente); Las
plantas, no solo las frutales sino otras como la encina, alcornoque, olmo,
acacia, granado, espino, retama, tomillo, violeta, hierbabuena, y todas las
hierbas del campo); El fuego, (El de
la cocina, en donde se cocían diariamente los garbanzos, el de las matanzas
para asar algunas partes del cerdo y el que se hacía en la plaza del pueblo,
para saltar sobre los tizones quemados); El
trabajo duro, (Como gañán, pastor, porquero, segador, vaquero, cabrero,
carpintero, herrero, albañil, pintor, y arregla-todo), y una forma muy
primitiva, pero interesante de vivir la vida; pues en los años cuarenta, en ese
pueblo, se vivía de forma muy precaria, dado que: No había agua corriente, (Se sacaba de los pozos que había en los
patios de las casas y en los huertos); Las
casas solo tenían tres bombillas, (Una en la cocina, otra en el portal y la
tercera en la habitación de los padres), el resto de la casa se iluminaba con
faroles, candiles y velas; Todo se hacía
a mano, incluso la carne para hacer los chorizos, que se cortaba con
tijeras; Los únicos instrumentos
técnicos eran los que se utilizaban en la labranza, la carpintería, la
albañilería y la herrería, pues el tenedor lo utilizaban pocos.
La
vida en un pueblo pequeño era dura para todos, incluido para el hijo mayor de
los dos varones, (Julio), y otras dos hermanas, en donde la madre se dedicaba a
las labores de la casa, que era una situación de privilegio, porque no tenía que
trabajar en el campo, aunque explotaban sus propias tierras, con tres pares de
mulas. El padre era labrador y el mayor
de tres hermanos, (dos varones y una mujer), por lo que el abuelo le asignó la responsabilidad
de la hacienda, (a bajo coste, porque no había sueldos dinerarios, dado que se
pagaba en especie), y no le permitió que se fuera a trabajar a la ciudad, como
administrativo, para lo que estaba capacitado.
El primer día en que Julio fue
a la escuela, en la que el maestro, Don Manuel, era un excelente profeso,
empezó a escribir los números en una pequeña pizarra de madera, pintada de
negro, acompañado de otros tres niños y otro mayor, que les enseñaba.
También recuerda Julio que
en la escuela había unos mapas con el plano de España y de las provincias, un
armario en donde estaban los libros que leían los mayores, (el Quijote, El tío
Nando o lobero de las Urdes y el Gran Capitán). Los niños pequeños se sentaban
en bancos corridos y los mayores en pupitres de dos personas, con cajones y tinteros.
Además había otra pizarra grande, detrás de la mesa del maestro, en la que se
desarrollaban todos los problemas que se planteaban a los alumnos mayores, y en
el rincón situado a la derecha de la puerta de entrada había un mástil de
madera que serbia para sujetar la bandera de España, cuando se sacaba a la
calle, los días de la fiesta nacional.
Todas las tardes cuando Julio
salía de la escuela iba cantado una canción de su propia invención, que decía
repetidamente: "voy a por mí canterito"; que era el pan untado con el
tocino y la morcilla de la comida del medio día, pues en aquella época se comía
cocido de garbanzos con tocino, morcilla y chorizo, todos los días de la semana,
menos en las fiestas y los domingos, en
los que se hacía una comida distinta, (normalmente paella, o tortilla española,
o ensaladilla rusa, o cordero asado, y pocas veces pescado).
Como
el pueblo era pequeño, los niños estaban en contacto directo con el campo, por
lo que veían y jugaban, con muchos animales, incluso los silvestres (culebras,
lagartos, salamandras, vencejos, urracas, cogujadas, abejarucos, lechuzas, etc.),
y también con todo tipo de vegetales como el olmo, el chopo, la morera que se
utilizaban para hacer juguetes, (arados, yugos, bieldos, palas, etc.), y para
conseguir las frutas más comunes como el olivo, albaricoque, almendro, granado,
higuera, vid, almendro, etc.; para hacer lindes, (espino, pita, tomillo, etc.),
y las de adorno, (rosal, hiedra, geranio, lirio, azucena, violeta, etc.).
También
era muy común, por parte de todos, acudir a ciertos lugares, por sus especiales
características, o por necesidad, como: Los
cantos llorones, (dos piedras juntas y de grandes dimensiones); La ermita de la encarnación, (una iglesia
casi derruida, en medio del monte); La
cruz del niño, (en donde un lobo se comió a un niño en la antigüedad); El arroyo zarzalejo, (en el que lavaban
las ropas en invierno); La dehesa, (en
donde muchos vecinos tenían algunas encinas); El pueblo vecino, (con cuyos habitantes había mucha relación, no
siempre agradable).
Otra
cuestión de interés para explicar la vida de Julio en su pueblo, son las cosas
que se hacían para poder sobrevivir, entre las que se destacan: La matanza de los cerdos, (para comer
durante todo el año); Hacer el pan,
(cada mes unos 60 panes, de 1 kilo, para toda la familia); Hacer el vino, todos los veranos, (para el propio consumo); Cuidar de los animales, (principalmente
cerdos, ovejas, cabras y yeguas); Fiestas
de carnaval, (la soldadesca, en la que se lazaban al alto las alabardas
revestidas con telas de colores); Fiestas
del pueblo, (después de haber cosechado), en las que había baile y baquillas;
Fiestas de los quintos, (durante el
año anterior a irse a la mili, en las que se hacían comidas con huevos y
chorizos y se bebía vino en abundancia); Las
bodas que solían ser en otoño, (con baile gratis, casi todos los días); Baile los días festivos, (en los que
los jóvenes se lo pasaban muy bien, entre ellos Julio); Fiestas de la Candelaria, (presididas por los mayordomos de cada
año, que ofrecían una tarta y un par de palomas a la virgen, acercándose al
altar, con una canción).
El contraste real y
significativo se produjo cuando Julio, se tuvo que ir a estudiar a Madrid, una
profesión distinta a la de agricultor, (Ingeniero Técnico), tal como lo había programado
su madre; para lo que tuvo que
enfrentarse a toda su familia y a todo el pueblo, al vender las fincas que
había heredado de su familia, (entonces no había becas), lo que en aquella
época era un pecado mortal, para dar carrera a sus cuatro hijos, (dos mujeres y
dos varones), los que respondieron adecuadamente, aprobando los cursos con
buenas notas. Hecho que hizo que a la madre de Julio, Dionisia, la tacharan de
previsora y con gran visión de futuro, aquellos que la habían criticado antes;
pero para conseguirlo, sobre todo Julio, tuvo que superar muchísimas dificultades,
dado que estuvo estudiando, entre otros sitios, en casa de un matrimonio sin
hijos, (excelentes personas), pero sin ducha ni calefacción, en el barrio de
Delicias, y rodeado de familiares y amigos dedicados a la juerga y al vicio, en
lugar de al estudio, circunstancia que estuvo a punto de desequilibrar a Julio
si no hubiera en el verano, vuelto a su pueblo en donde se desfogó, bailando a
todo tren, en las bodas y las fiestas, con lo que se fortaleció para seguir
luchando.
Desde
mi punto de vista, Julio superó la presión psicológica que padeció, en Madrid,
durante el primer trimestre del primer año, posiblemente por su formación
religiosa, y la responsabilidad que había asumido, de no fallarles a sus padres.
Situación que pone de manifiesto el contraste de lo que Julio había vivido en su
pueblo, y lo que tuvo que luchar en Madrid, para poder acostumbrarse y no caer
en la tentación de dejarse llevar por la vida disoluta que le rodeaba, sobre
todo de sus paisanos, etapa en la que se pueden destacar, las siguientes fase: 1) En la calle Nierember, (en casa de
la familia del secretario de su pueblo, a una distancia de media hora hasta el
colegio); 2) En la calle de
Valencia, en el barrio de Lavapíes, (en casa de un amigo del padre de Jesús, a
una distancia de una hora del colegio); 3)
En la calle de Batalla del Salado, (en casa de los patrones, Antonio y Encarna,
a media hora de distancia de la Academia de preparación), hasta que, mediante
oposición, Julio ingresó en la Escuela de Ayudantes de Ingenieros Aeronáuticos,
(En el Instituto Nacional de Técnicas Aeroespaciales, en Torrejón de Ardóz), en
la que consiguió el título que Él y sus padres habían previsto.
Logroño a 24 de febrero de 2020
Julio de la Cruz Blázquez
E- mail:
jcblazquez@coiae.com
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