PODER
DE LA PALABRA
La palabra provoca
pensamientos y estos creencias, aunque también hay pensamientos propios y todos
ellos y ellas se convierten en imágenes, en nuestro consciente, y/o en nuestro
subconsciente, (El Ego), y/o en nuestro
espíritu, (El Yo), e incluso en nuestras células y nuestro genes, lo que nos
ocurre desde que nacemos hasta que morimos, como se puede observar en la evolución
natural de cualquier ser humano; pues incluso antes de nacer, el ser humano se
va desarrollando de acuerdo a un plan preestablecido por el genoma, (sistema de
información y energía innato, formado por las experiencias de vida de nuestros
antecesores y una ley primogenia del Principio Creativo), producto de la
inteligencia cósmica orientada hacia la supervivencia, que es la fuente de la
energía vital que nos mantiene vivos, y cuyo motor es nuestro Espíritu, (El
Yo), nexo de unión con los estados de consciencia interna, (nivel mental alfa),
superior al estado de consciencia externa, (nivel mental beta); pues el recién
nacido va siendo entrenado, poco a poco, por el espíritu que vive en nuestro interior
y por su entorno, (comportamiento de los padres y las percepciones que se captan
con los sentidos), información que se va grabando en el consciente y es
transmitida por el cerebro a todo el Ser, (cuerpo, mente y espíritu), incluso a
las células.
Este proceso es continuo, a
lo largo de la vida, a la vez que vamos moviendo dichas grabaciones, a través
de los sentimientos, la racionalidad, las percepciones, las palabras y los
actos, lo que va conformando nuestra personalidad física, mental y espiritual,
(interacción entre los tres componentes, cuerpo, mente y espíritu), lo que determina nuestros niveles de salud
corporal, psíquica, mental y espiritual.
Resumiendo, nuestra mente es
como un capitán que da las órdenes al ejercito de células, en función de la
calidad de la energía y la información de nuestro sentir, percibir, pensar,
hablar, y actuar, que puede dar resultados negativos, (envidia, celos,
reproches, venganza, odio, desamor, mentira, etc.), del Ego; o positivos,
(amor, respeto, perdón, solidaridad, paz, gratitud, entusiasmo, etc.) del
Espíritu; que son a los que, con nuestro albedrío, (libertad), hacemos caso.
Por lo que si seguimos las órdenes del Ego, vendrá el desorden y la enfermedad;
pero si seguimos las órdenes del
Espíritu, que está en conexión con el Principio Creativo y el amor Universal,
vendrá la salud y la felicidad.
NOTA.-
Este
trabajo es un resumen y recopilación de las ideas de diversos autores que he
complementado con mis propias experiencias, de las que tengo una carpeta de más
de 60 escritos, que denomino: "Acontecimientos insólitos".
Logroño a 23 de enero de 2019
Julio de la Cruz Blázquez
No hay comentarios:
Publicar un comentario